miércoles, 10 de mayo de 2023

Qué valentía tan admirable la de soportar los procesos, no?

Al decir de David Berceli en su libro Liberación del Trauma: “No nos agradan las experiencias difíciles, ¡y mucho menos el dolor! (…) Al resistir lo que no queremos, de hecho, incrementamos nuestro malestar. Al estar en guerra con nosotros mismos, nos ponemos ansiosos y tensos. La vida se vuelve más difícil, con lo cual nos ponemos aún más tensos.”

Si hacemos ejercicio y nos duele el cuerpo, no queremos ese dolor. Aunque sepamos que son los músculos creciendo (o rompiéndose sutilmente para desarrollarse?) Rechazamos el dolor en todas sus formas. Buscamos analgésicos de diversos tipos para no sentir. Y olvidamos que la principal característica de un cuerpo vivo es esa, sentir.

¿Será que olvidamos que el dolor está de paso? ¿O tememos quedarnos a residir en el dolor? ¿Tenemos ideas y juicios acerca del dolor como algo malo, peligroso, tóxico? ¿Conocemos al dolor o lo estamos prejuzgando?

¿Será que nos acostumbramos tanto a la satisfacción inmediata que nos ofrece la tecnología que ya no tenemos paciencia para los tiempos que requieren los procesos de desarrollo personal?

“Me he convencido de que con nuestra evitación, negación y miedo, estamos alejando precisamente aquellas experiencias que buscan estimular la evolución de nuestra consciencia. De hecho, con esa actitud nos estamos negando la oportunidad de convertirnos en la persona que anhelamos ser y en la que estamos destinados a llegar a ser”, concluye Berceli.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te cuento cómo transformar el veneno en medicina

Hoy me está costando fluir, o más bien, me interpela esta cuestión: cuándo fluir y cuándo poner un límite? Hay situaciones que no se resuelv...