La mayoría de las personas van por la vida sin registro de su cuerpo. Como si fuera un taxi que contratan para transportarlos de un lado a otro, le dan las coordenadas donde debe llevarlos y dan por sentado que va a estar siempre ahí para brindar ese servicio.
Vivimos en
la mente, que nos lleva de un pensamiento a otro. Nos estructuramos para
funcionar linealmente y así cumplir con los mandatos de una agenda y le
exigimos al cuerpo que cumpla con el deber de “cumplir”. Quizás nos ocupamos de
una rutina de alimentación o de ejercicio, pero ¿nos damos el espacio para
realmente habitar nuestro cuerpo? Muchas veces ignoramos la incomodidad, nos
negamos a sentir el NO que el cuerpo físico nos susurra. Entonces, no dejamos
otra alternativa que recibir el mensaje a través de un dolor, un accidente, un
síntoma que nos fuerza a detener la marcha.
Salir del
modo automático y prestar atención al mensaje que nos trae el cuerpo es una poderosa
alternativa a simplemente sufrir lo que está pasando. Tomar la posibilidad de
revisar lo que antes pasamos por alto es resignificar el dolor y transformarlo
en maestro. Hacernos algunas preguntas, aprender a escuchar las respuestas e
indagar en lo que podemos hacer diferente son algunas de las cosas que podemos
elegir en estas situaciones para cultivar nuestra tránsito consciente y
empoderado por la vida. Descubrir qué herramientas nuevas podemos incorporar (en
el sentido de llevar al cuerpo) para estar más presentes es uno de esos tesoros.
Integrar cuerpo, mente, emociones y espíritu para funcionar armónicamente es la
transmutación más bella y valiosa que podemos hacer del dolor.
A vos, ¿Qué
mensaje te está trayendo el cuerpo?
¿Qué lugar
le das a la incomodidad de sentir?
¿Qué
prácticas y hábitos necesitas sumar para tu bienestar y cuáles necesitas dejar
ir?
No hay comentarios:
Publicar un comentario